ORIENTACIONES PARA LA PASTORAL DE ADOLESCENTES
AREA DE ADOLESCENTES DE LA JUNTA DIOCESANA DE CATEQUESIS
V- ACTITUDES Y ACCIONES NUEVAS.
21- Un corazón
nuevo es capaz de actitudes y acciones nuevas, “ evangelizadora la Iglesia,
comienza por evangelizarse a sí misma. [...] La Iglesia siempre tiene necesidad
de ser evangelizada, si quiere conservar su frescor y su fuerza para anunciar el
Evangelio.” [1] Necesitamos mirar esta
realidad pastoral, para valorar y fortalecer los logros, reconocer y rectificar
los errores, las imprecisiones, las omisiones y todo aquello que descubramos
como un obstáculo para el Evangelio. Algunos de los aspectos que no debemos
olvidar son: la familia de nuestros catequizandos; la pastoral en los colegios;
los adolescentes que no vienen a la Parroquia, al grupo o movimiento; los
marginados; los que viven en ciudades y comunidades grandes y los que habitan en
comunidades más pequeñas o en ámbitos rurales.
Aspectos que
no deben estar ausentes
22- La familia.
“La familia es la comunidad básica de la estructura social
donde sus miembros, unidos por el amor, encuentran el ámbito insustituible para
crecer como personas”. [2]
La familia es un proyecto hermoso de
Dios para el crecimiento afectivo, espiritual y social de sus hijos. En ese ámbito
la fe se comparte y fortalece, se incorporan valores y se aprenden actitudes, se
asimilan normas y se anima la vida toda de sus miembros. Lamentablemente,
encontramos a menudo que las familias de nuestros catequizandos distan mucho de
reflejar el proyecto de Dios. La mayoría de ellas está atravesando actualmente
momentos difíciles, ya sea por la falta de trabajo, por crisis matrimoniales
que terminan en la separación, por situaciones de violencia, por falta de
unidad o comprensión, por abandono o por desórdenes morales. El gran desafío
es integrarlas activamente en el itinerario de fe de los chicos, suscitando
iniciativas que favorezcan esa integración. De este modo, la obra de Dios
trascenderá el ámbito del trabajo con los adolescentes para adquirir una nueva
perspectiva, en la que nadie quede ausente.
23- La pastoral
en los colegios La pastoral en los colegios
En nuestra Iglesia particular tenemos una presencia fuerte de colegios católicos. Algunos responden en su acción pastoral a los lineamientos de las congregaciones que los tienen a su cargo mientras que otros se integran dentro del proyecto pastoral parroquial. Valoramos los esfuerzos que se llevan a cabo, en este sentido, para brindar un proceso de educación en la fe que ayude a crecer humana y cristianamente a los adolescentes. No obstante ello, nos permitimos hacer algunas consideraciones.
Aunque pueda parecer obvio, conviene distinguir “catequesis escolar” de “pastoral escolar”. La catequesis es una parte integrante del proyecto de pastoral de un instituto, y juega en él un papel primordial. Es importante recordar una vez más que los catequistas no son los únicos responsables de la misión evangelizadora.[3]
En el Directorio Catequístico General se habla de “enseñanza religiosa escolar”, que no debe confundirse con la propuesta diocesana de “catequesis escolar” que se lleva a cabo en nuestros institutos, con modalidades muy diversas, pero siempre con una metodología catequística. Sabemos que la catequesis de preadolescentes y adolescentes, en los institutos educativos católicos, presenta particularidades y desafíos propios, bien diferenciados de la catequesis dirigida a grupos de esta edad en otros ámbitos, por eso no es apropiado “copiar” el modo de llevarla adelante.
La catequesis escolar es una actividad que debe concebirse como eminentemente misionera. El catequista sale al encuentro del adolescente en su propio ambiente. Así, el colegio se convierte en lugar real de evangelización y no solamente en el lugar de convocatoria para integrar al estudiante en un grupo parroquial. La actividad catequística escolar difiere de la que se realiza en los grupos libres o en los movimientos, porque los chicos que están en nuestros colegios, no siempre asumen la propuesta educativa integral de la que la catequesis es parte esencial. Los tiempos acotados, las aulas comunes que no favorecen la realización de los encuentros catequísticos, son obstáculos propios de este tipo de catequesis, pero a pesar de las dificultades sigue siendo una posibilidad extraordinaria de evangelización que hay que valorar y potenciar para el servicio del Reino.
La catequesis escolar de adolescentes y preadolescentes se constituye
muchas veces en la única ocasión con que cuentan los chicos para profundizar
el conocimiento de la fe. En esto debe recordarse que dar a conocer a
Cristo y su obra nunca puede limitarse a dar
contenidos conceptuales o contenidos actitudinales exclusivamente.
Para que esto pueda llevarse a cabo es necesario que todos tomemos
conciencia de que los colegios, las parroquias y capillas no son espacios que
compiten en la evangelización, sino que deben colaborar y sumar esfuerzos, para
el bien de los estudiantes.[4]
24- Los jóvenes
trabajadores.
Su número aumenta cada vez más debido a las condiciones sociales presentes. Las posibilidades de seguir estudiando se esfuman y surge la necesidad de conseguir trabajo, el cual es escaso y poco remunerado. Estos adolescentes están lejos de nuestras estructuras pastorales, y sin embargo ellos también tienen derecho a escuchar la Buena Noticia y ser invitados a seguir a Jesucristo.
Quienes llevan adelante la acción pastoral,
tienen el deber y el compromiso de pensar en estos jóvenes y buscar las
respuestas adecuadas. No podemos engañarnos: los jóvenes que vienen a la
Parroquia o al colegio no son todos, son sólo una pequeña porción de un número
mayor. El Evangelio no puede reducirse a un número pequeño de personas, sino
que está destinado a todos los hombres, a todos los jóvenes.
Las parroquias y los movimientos habrán de procurar favorecer
iniciativas en orden a buscar a estos jóvenes y adolescentes y, si es
necesario, crear espacios alternativos a los
tradicionales como lo son las reuniones de grupos.
25- Los jóvenes
en situaciones críticas
Son más de los
que imaginamos. Muchas pueden ser estas situaciones: violencia, alcohol, drogas,
desempleo, marginación, etc. En cada pueblo, en nuestros mismos colegios y
parroquias es posible identificar adolescentes con este tipo de problemáticas.
Nuestra acción pastoral debe ser capaz de poner la mirada en ellos, que son los
pobres, enfermos y paralíticos de hoy, y que necesitan la palabra de Jesús: levántate
y anda, levántate y vive.
(Cf. Mc. 2,11) .
26- Los jóvenes con
capacidades diferentes
Si bien en nuestra diócesis existen comunidades en las que se
trabaja con entusiasmo, todavía hay mucho por hacer. No basta con que un
pequeño número de intrépidos apóstoles trabajen abnegadamente y en silencio;
toda la comunidad debe sentirse responsable y partícipe en este ámbito
pastoral. ¡Cuánto tenemos por aprender!... Confiamos en que el Espíritu
del Señor nos hará crecer y manifestar nuestro compromiso evangelizador con
los hermanos que han recibido capacidades diferentes y que en su medida tienen
el hermoso derecho de conocer y
dar conocer a Jesús.
27- La Parroquia
La experiencia parroquial necesita hoy más que nunca una
modificación operativa; nuestra parroquia necesita renovarse.
“...en ella ha de poderse vivir una fuerte
experiencia de reconciliación, comunidad, fraternidad y solidaridad. Sólo así
la parroquia será, por la acción del Espíritu Santo, un creativo y fecundo
polo irradiador de la misión evangelizadora que Cristo confirió a
cada uno en el momento del Bautismo.” [5]
Uno de los desafíos que nos aguarda es buscar la manera de
adaptar la parroquia a los nuevos espacios que el mundo moderno nos propone. En
este momento no puede considerarse a las reuniones semanales de grupos de
adolescentes como la única alternativa para la evangelización de los mismos.
Cada vez de hace más necesaria una renovación y flexibilización; y para ello
habrá que buscar estrategias válidas y creativas de trabajo, que den respuesta
a las demandas que surgen. El Espíritu del Señor indicará el camino a seguir
en cada comunidad, a fin de que pueda responderse plenamente a las necesidades
planteadas desde un trabajo meditado y planificado en conjunto.
[1] E N 15.
[2] DPF 27.
[3] Cfr. Líneas para una Pastoral Educativa: hacia una escuela evangelizadora, Nº 2. Obispado de Gualeguaychú. Septiembre de 1999
[4] Cfr. Líneas para una Pastoral Educativa: hacia una escuela evangelizadora, Nº 5,4. Obispado de Gualeguaychú. Septiembre de 1999.
[5] LPNE 44.
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