300 años de la primer
misa en el sur entrerriano
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El pasado
26 de diciembre se recordaron los 300 años de la primer misa
celebrada en el sur entrerriano. Luego de una caravana de autos
desde Ceibas, Mons. Lozano presidió la Eucaristía en el km 9 de la
Ruta 14.
Se
procedió también a la lectura del relato histórico, se rezó por los
antepasados entrerrianos y se bendijo una cruz conmemorativa de los
300 años bendecida por el Papa Francisco.
300 años de la
primera misa en el sur entrerriano
El testimonio más
antiguo de la vida religiosa en el sur entrerriano lo encontramos
cuando en 1624 el gobernador Francisco de Céspedes redujo a
grupos de chanáes entrerrianos y los trasladó a la Isla del
Vizcaíno, creando una reducción franciscana que es el antecedente
más remoto de Santo Domingo Soriano. A principios de 1626 el
jesuita Pedro Romero remontó solo el río Uruguay desde Buenos Aires
hasta el río Ibicuy, desde donde regresó amenazado por los
indígenas. En la Cuaresma de 1626 Céspedes envió a Hernando de
Zayas hacia Misiones, recorriendo el río Uruguay sólo en una canoa.
Regresó a Buenos Aires con el padre Roque González de Santa Cruz y
el cacique Nezá.
Luego hay
antecedentes de las visitas misioneras en la primitiva población de
la actual Gualeguaychú, siendo el primer bautismo en 1766, por el
franciscano Francisco de San Bernardino. Los dominicos Antonio
Pastor y Viera (1767 – 1777) y Mariano Amaro (1777 – 1781) que
venían de Santo Domingo de Soriano, además del Padre García de
Zúniga propietario de tierras y con una capilla. Todos seguramente
celebraron misa y demás sacramentos como lo atestiguan los libros
parroquiales de la Catedral San José de Gualeguaychú[1].
En 1767 los jesuitas
son expulsados del territorio. En 1780 el Obispo Malvar y Pinto
visita la zona fundando las parroquias de Gualeguay, Gualeguaychú y
Concepción del Uruguay. Tres años más tarde, Rocamora fundaría estas
villas oficialmente.
Pero si nos
detenemos en el extremo sur de Entre Ríos, debemos recordar que a
comienzos del siglo XVIII lo habitaban comunidades Chaná, Yaro,
Guaraní y Charrúa.
Uno de los
testimonios gráficos más antiguos de la existencia de estas
comunidades indígenas en la zona se encuentra en el informe del
padre Policarpo Dufó, presentado al Padre Rector de las misiones de
los Jesuitas, sobre la expedición comandada por el Maestre de Campo,
Francisco García de Piedrabuena, contra los charrúas en 1715. Este
documento certifica la primera misa celebrada al sur del Ñancay, en
lo que luego Fray Mocho llamará “El país de los matreros”.
“El ejército de
Piedrabuena inició su campaña en noviembre de 1715, desde el Arroyo
Guabirabí – Yutí (Yapeyú). Las tropas expedicionarias, unos mil
quinientos hombres bien armados y pertrechados, entraron al
territorio entrerriano, por las proximidades de las nacientes del
Río Gualeguay, y dejando a la derecha a este río, alcanzaron bien
pronto las costas del Arroyo Gená y después las del Río Yaguarí
Guazú (Gualeguaychú). Dirigiéndose hacia el sur, Piedrabuena alcanzó
el 25 de diciembre una partida de indios fuertes, de más de
doscientos combatientes y se trabó en pelea con ellos sin mayores
resultados. La campaña terminó sin haber alcanzado sus objetivos el
23 de enero de 1716 en que Piedrabuena dispuso retomar a las
Misiones”.
El informe completo
del Padre Dufó continúa relatando: “al otro
día pasamos el río con pelotas, por no poderse vadear; esa tarde
llovió aunque no mucho, y no caminamos; al día siguiente llegamos al
paraje donde estuvo el pueblo de los Chanás y ahora suele estar
habitados de los Machados, que es la parcialidad más numerosa de los
Charrúas, y no hallamos a nadie.
El día veinte y
tres nos llovió y no pudimos caminar. El veinte y cuatro
descabezamos otro río que llaman Aycan y dormimos de la otra banda.
El día veinte y cinco después de haber celebrado la misa de la
Natividad del Señor Dios recién nacido, proseguimos caminando, y al
poco trecho nos salieron al encuentro los enemigos en número de
doscientos quince, según los que allí se mostraron en forma de
guerra, conforme a su usanza. Prevínose también nuestra gente. El
Maestre de campo envió un representante a parlamentar con los
caciques. El día 26 los charrúas atacaron echando delante una manada
de toros bravíos. Las escaramuzas duraron hasta el 30, hasta que el
segundo jefe, Martín Simón se negó a obedecer órdenes de Piedrabuena.
Este resuelve parlamentar y emprende la retirada que siguió con
hostigamiento matando a varios soldados”.
Las expediciones y actividades de otros
religiosos hacen suponer que habrán celebrado misa en el sur
entrerriano antes de 1715, pero no se han documentado o al menos no
se han encontrado aún dichos documentos. En cambio el documento del
Padre Dufó es contundente: el 25 de diciembre de 1715 se celebró la
primera misa en el sur entrerriano, luego de haber cruzado en Aycan
(hoy arroyo Ñancay).
Luego vendrán
diversos sacerdotes y misioneros, iniciado el siglo XX debemos
recordar al Padre Blasón, que siendo el cura de Gualeguaychú por
cuarenta y cinco años se trasladaba al sur de su parroquia, a Ñancay,
a la Capilla de Celulosa, Arroyo Martínez y otros parajes y
estancias. En la segunda mitad del siglo pasado recordado con mucho
amor encontramos al Padre Jeannot quien inaugura la Capilla San
Pedro de Ceibas en 1961, la Capilla Del Rosario de Ñancay en 1988,
la de Fátima en Cuatro Hermana y tantas otras capillas y ermitas en
nuestra zona sur.
Hoy “El País de los
Matreros” cuenta con la Parroquia Nuestra Señora de Luján en Ibicuy;
Nuestra Señora de las Islas en Villa Paranacito y San Pedro en
Ceibas. Hay más caminos y puentes, otros medios modernos de
comunicación y transporte. Un lugar en donde la fe y la vida se
unieron hace trescientos años.