Declaración de los obispos
argentinos en el marco de la 98º Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal
Argentina
I. 1.
En el mes de noviembre del 2008, en el Documento “Hacia un Bicentenario en
Justicia y Solidaridad” (HB), delineamos la necesidad de recorrer un camino
basado en el diálogo y en la búsqueda de consensos y acuerdos que confluyeran en
algunas políticas públicas, base de un verdadero proyecto de Nación.
2.
Ese Documento es fruto de nuestra experiencia pastoral, que nos muestra que en
el pueblo existen hondos deseos de vivir en paz y en una convivencia basada en
el entendimiento, la justicia y la reconciliación.
3.
En este tiempo, sin embargo, percibimos un clima social alejado de esas sanas
aspiraciones de nuestro pueblo. La violencia verbal y física en el trato
político y entre los diversos actores sociales, la falta de respeto a las
personas e instituciones, el crecimiento de la conflictividad social, la
descalificación de quienes piensan distinto, limitando así la libertad de
expresión, son actitudes que debilitan fuertemente la paz y el tejido social.
4.
También nos preocupa la crueldad y el desprecio por la vida en la violencia
delictiva, frecuentemente vinculada al consumo de drogas, que no sólo causan
dolor y muerte en muchas familias sino también pone a los jóvenes en el riesgo
de perder el sentido de la existencia.
5.
La situación de pobreza es dramática para muchos hermanos nuestros. Aunque ya se
han definido algunos caminos de ayuda y asistencia para las necesidades más
urgentes, se hace necesario alcanzar estructuras más justas que consoliden un
orden social, político y económico, con equidad e inclusión.
6.
Muchas veces no se encuentran fácilmente los medios para atender y canalizar las
necesidades legítimas de los distintos sectores, pero siempre se debe tener en
cuenta que la democracia no se fortalece en la conflictividad de las calles y
rutas, sino en la vigencia de las Instituciones republicanas.
II. 7. Nuestra mirada sería incompleta si no señaláramos como raíz del
problema la crisis cultural, moral y religiosa en que estamos inmersos.
8. La cultura
relativista imperante, al tiempo que corroe el sentido de la verdad, acentúa
también el individualismo que lleva al encierro y la indolencia frente al
sufrimiento del hermano y a un progresivo acostumbramiento y resignación ante la
pobreza y exclusión de muchos. Por otro lado, el consumismo exacerbado de unos
pocos expresa la prevalencia de actitudes narcisistas y egoístas en la sociedad.
9. Es una crisis
moral porque se han debilitado valores fundamentales de la convivencia familiar
y social. La voluntad no se mueve tanto para el servicio y la solidaridad sino
tras lo placentero del momento. La deuda social no es solamente “un problema
económico o estadístico. Es, primariamente, un problema moral que nos afecta en
nuestra dignidad más esencial”. (HB5)
10.
Es una crisis religiosa porque no hemos tenido suficientemente en cuenta a Dios
como Creador y Padre, fundamento de verdadera fraternidad y de toda razón y
justicia. Sin Dios estamos como huérfanos y la sombra del desamparo se expande
sobre los que están a la intemperie social.
III. 11. Ante la situación descripta, nos preguntamos: ¿Por qué no hemos
sabido concretar en la Argentina los sanos deseos de nuestro pueblo? La vida en
democracia requiere ser animada por valores permanentes, y fundamentarse en:
· El
respeto a la Constitución Nacional y las Leyes.
· La
autonomía de los Poderes del Estado como principio fundamental de la República,
y la vigencia de las Instituciones.
· El
bien personal y sectorial deben armonizarse con la búsqueda del bien común, y
siempre teniendo particularmente en cuenta a los más pobres.
12.
Tal como lo afirmamos en noviembre del año pasado, renovamos el llamado a
comprometernos hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad (2010-2016), sin
pobreza ni exclusión, sin enemistades ni violencias. Reafirmamos que “nuestra
patria es un don de Dios confiado a nuestra libertad, como un regalo que debemos
cuidar y perfeccionar” (HB11). En ella todos somos corresponsables de la
construcción del bien común y creceremos sanamente como Nación si afianzamos
juntos nuestra identidad.
13. El próximo
10 de diciembre asumirán legisladores y otros representantes que han sido
electos durante este año. Invitamos a nuestros fieles a que recemos en cada
Parroquia y Capilla en las Misas del sábado 5 y domingo 6 de diciembre, por
ellos y por todos los que tienen alguna responsabilidad pública.
14. Renovando
nuestra esperanza en Jesucristo Señor de la Historia, pedimos a la Virgen de
Luján nos ayude a seguir construyendo una Patria de hermanos.
Pilar, 13 de
noviembre de 2009